Por: Fernanda Sopán Acosta
Estudiante de derecho y miembro pregrado del TDA
El 16 de abril de 2020, con la entrada en vigor del Decreto Supremo N° 044-2020-PCM, se declaró en Estado de emergencia a todo el Perú por los entonces recientes casos de coronavirus, que se venían propagando a velocidad sorprendente. Al inicio de la pandemia, todos empezamos a notar que la naturaleza y la vida silvestre tomaba dominio de las calles de algunas ciudades, el aire estaba más limpio y la contaminación disminuyó en casi todos sus sentidos [1]. Sin embargo, este pequeño momento de “conciencia ambiental”, mostrada por casi toda la población, duraría muy poco. Actualmente, a más de un año después, podemos afirmar que estamos en peores condiciones.
Luego de levantar las restricciones máximas de una inmovilización total obligatoria, las personas en las calles comenzaron a abundar en número, los vehículos de nuevo sobrecargaban las pistas y con esto, los niveles de CO2 volvieron a la “normalidad”. No obstante, esto fue solo la punta del iceberg. El aspecto más resaltante que contribuye a este retroceso son los residuos sólidos generados con las medidas de bioseguridad implementadas: el plástico.
Diariamente vemos cómo los centros de reparto a domicilio atiborran sus productos a entregar con plástico de un solo uso totalmente innecesario. Bolsas y bolsas plásticas son utilizadas, una y otra vez, para envolver objetos que, probablemente, vienen empaquetados en más plástico. Esta preocupante situación la encabezan los restaurantes, quienes ahora utilizan el tecnopor para colocar todas sus comidas y le añaden el poco sutil forro plástico previamente mencionado. Incluso, existen restaurantes que, a pesar de permitir comer dentro de su propio local, prefieren otorgarles a sus clientes solo productos desechables, esto es: cubiertos, platos y vasos descartables. A esto se le suma el uso de mascarillas descartables, de guantes de látex y de mamelucos que, muchas veces, también son de “usar y tirar”.
Todas estas (sobre)medidas afectan directamente al ambiente. Casi todo el plástico que se utiliza no se gestiona de manera adecuada y la mayoría termina en el mar, dañando los ecosistemas marinos y matando a miles de especies que allí habitan. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), a través de una nota en la ONU de julio de 2020, indicó que “cerca del 75 % del plástico generado por la pandemia […] se convertirá en desechos que llegarán a vertederos y mares, con un grave costo para el medio ambiente y la economía” [2]. En otras palabras: aves, peces, mamíferos, y todo tipo de animal que vive dentro del mar o cerca de las costas se ve expuesto al peligro constante de consumir desechos plásticos o de morir ahogado por quedar atrapado en estos residuos. Incluso, los productos plásticos que no llegan al mar pueden ser letales, dados los componentes con los que están hechos: por ejemplo, los guantes de látex pueden contener aditivos químicos que pueden alterar todo el entorno al descomponerse [3].
Las autoridades médicas y los expertos no recomiendan este uso desmedido del plástico. Han mencionado, en repetidas ocasiones, que la mejor manera de combatir este terrible virus es con el lavado constante de manos o desinfección con alcohol, en caso no se tenga acceso inmediato al agua y jabón. La propia OMS no recomienda el uso de guantes de látex y muchos otros centros de salud sugieren al público en general usar doble mascarilla de tela en vez de mascarillas desechables, porque estas brindarán protección suficiente para actividades diarias [4]. Además, para la solución al uso de plástico como envoltorio, se prefiere optar por otras alternativas biodegradables o reciclables, como el cartón, papel, fibras naturales, etc. Por último, en el caso de los cubiertos desechables, está comprobado que el lavado correcto de vajillas es suficiente como medida de protección [5]. Es decir, hay alternativas y soluciones sostenibles y al alcance de todos, pero, lamentablemente, son opacadas por el consumismo y la cultura que ahora predomina.
En una situación de pandemia, los cambios son inevitables y es comprensible la adopción de medidas extra que cambiarán nuestro plano actual. Sin embargo, no podemos desentendernos de la realidad en la que nos encontramos. Estamos en una crisis ambiental nunca antes vista, por lo que debemos continuar esforzándonos por no causar mayores daños al planeta. El uso de los plásticos tuvo un decremento valioso antes de la pandemia, ya muchos se habían sumado a esta iniciativa, incluso a nivel estatal con el impulso y promoción de normas relacionadas. Con la pandemia, nos encontramos en un retroceso significativo; no obstante, debemos concientizarnos e informarnos acerca de lo que podemos evitar. Es imprescindible repensar en el plástico que no es necesario llevar a casa, porque esta decisión puede salvar muchas vidas. Como consumidores, tenemos mucho poder. Ya es tiempo de tomar acción.
Fotografía: Agencia SINC
Referencias:
[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-52596472
[2]https://news.un.org/es/story/2020/07/1478011
[4]https://www.bbc.com/mundo/noticias-52192632
*Las opiniones expresadas en el presente son de exclusiva responsabilidad de la autora y no necesariamente reflejan los puntos de vista del Taller de Derecho Ambiental.